De América Latina a Asia del Sur: Mujeres en pie de lucha por los derechos humanos

Las defensoras de los derechos humanos desempeñan un papel crucial no sólo en la defensa de la justicia, la igualdad de género y la protección y sostenibilidad del ambiente, sino también a la hora de abordar algunos de los retos mundiales más apremiantes, como la consolidación de la paz, el cambio climático y la democracia.
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Desde la defensa de los derechos de la mujer en zonas de conflicto hasta la lucha contra la discriminación de género, la oposición política y la reacción social, estas mujeres son cruciales para impulsar la agenda de derechos humanos. Pero a pesar de su vital contribución, las defensoras de los derechos humanos se enfrentan a riesgos desproporcionados, tanto específicos de su género como vinculados al contexto político y social más amplio de su activismo.

La labor de defensa de los derechos humanos de las mujeres no sólo es peligrosa, sino que cada vez está más penalizada y silenciada por agentes estatales y no estatales. Del 29 de noviembre al 10 de diciembre, en el Fondo Noruego para los Derechos Humanos (FNDH) lanzamos la campaña 'Mujeres que inspiran: Voces de resiliencia desde el territorio'. Durante 8 días podrás ver historias en vídeo de mujeres que demuestran que su resistencia frente a estas amenazas es inspiradora, pero también es un duro recordatorio de la urgente necesidad de una mayor protección y solidaridad.

La violencia de género

Uno de los retos más singulares a los que se enfrentan las mujeres defensoras de derechos es la violencia de género. A menudo sufren acoso, violencia sexual, amenazas contra sus familias y campañas de desprestigio pensadas para perjudicar su reputación. Según Front Line Defenders, las defensoras se ven afectadas de forma desproporcionada por la violencia sexual y las agresiones físicas en comparación con sus colegas varones, un claro recordatorio de la intersección entre la discriminación de género y la oposición política a la labor de derechos humanos.

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Por ejemplo, en América Latina, las defensoras de derechos humanos que luchan por la protección del ambiente se han enfrentado no sólo a amenazas de muerte, sino también a señalamientos de «malas madres» con el fin de deslegitimar su trabajo.

Aunque Colombia ha dado pasos significativos en la promoción de la igualdad de género a través de iniciativas como el Programa Integral de Garantías para Mujeres Lideresas y Defensoras de Derechos Humanos, que proporciona protección y apoyo fundamentales a las mujeres líderes y defensoras de los derechos humanos.

Del mismo modo, los procesos participativos de elaboración del plan de acción nacional de la resolución 1325 sobre la mujer, la paz y la seguridad han sentado un precedente importante para la formulación de políticas inclusivas, garantizando que las voces de las mujeres, especialmente las de las zonas afectadas por el conflicto, ocupen un lugar central en las iniciativas de consolidación de la paz.

Paralelamente, las progresivas reformas de la ley del aborto en Colombia, que ahora garantizan un acceso más amplio al aborto legal y seguro, representan un logro histórico en la protección de los derechos reproductivos de las mujeres. Sin embargo, a pesar de estos importantes avances, las defensoras de los derechos humanos en Colombia siguen enfrentándose a graves riesgos.

Las desigualdades estructurales, la falta de aplicación efectiva de los mecanismos de protección y la impunidad de los agresores agravan estos problemas. Estas realidades subrayan la urgente necesidad de reforzar y aplicar plenamente estos marcos, garantizando no sólo logros simbólicos, sino una seguridad y un empoderamiento tangibles para las defensoras en territorio.

En Colombia, las defensoras demuestran una extraordinaria capacidad de resistencia y desempeñan un papel decisivo en la promoción de la justicia social y la conservación del ambiente. Su trabajo es esencial no sólo para las comunidades locales sino también para los esfuerzos globales por manejar la crisis climática -como las defensoras locales prefieren llamarla debido a la gravedad de sus impactos, la complejidad de sus causas y la urgencia de las acciones de mitigación y adaptación que deben implementarse- y la pérdida de biodiversidad. Sin embargo, un apoyo continuado y unas protecciones más sólidas son esenciales para que estas defensoras puedan continuar su vital labor con seguridad.

Al igual que en América Latina, donde las defensoras se enfrentan a múltiples amenazas y vulnerabilidades, Asia del Sur es también una región donde las que hacen campaña contra el matrimonio infantil o abogan por los derechos de las mujeres a la tierra a menudo se enfrentan a amenazas, ostracismo y represalias violentas, a veces de sus propias comunidades, como se ha visto en las zonas rurales de India y Pakistán.

Represión/persecución legal y política

Las defensoras también corren un grave riesgo de represión jurídica y política. En muchos países, el activismo de derechos humanos se considera subversivo, y las defensoras que defienden a grupos marginados como las comunidades indígenas, los derechos de las mujeres o las poblaciones LGBTQ+ suelen ser objeto de acusaciones por motivos políticos.

En el sur de Asia, las defensoras de los derechos humanos de países como Myanmar se enfrentan a una dura represión, con muchos activistas detenidos o exiliados por denunciar las atrocidades militares o las apropiaciones de tierras que afectan a las mujeres y a las poblaciones indígenas. Además, en los regímenes autoritarios, las defensoras han sido tachadas de agentes extranjeros y enemigas del Estado, lo que ha dado lugar a detenciones arbitrarias y encarcelamientos prolongados. Por ejemplo, las defensoras que trabajan con comunidades LGBTQ+ en Europa Oriental a menudo son criminalizadas en virtud de leyes anti-LGBTQ+, lo que agrava su vulnerabilidad.

Falta o debilidad de la protección institucional

Quizá uno de los retos más complejos sea la falta de apoyo institucional a las defensoras de los derechos humanos. En muchas regiones, la infraestructura jurídica y política necesaria para proteger a las defensoras de los derechos humanos es débil y, en algunos casos, inexistente. Cuando existen leyes que protegen a estas mujeres, a menudo se ignoran o se aplican mal.

La ausencia de protecciones legales sólidas deja a las defensoras expuestas al hostigamiento continuo, la detención arbitraria y, en el peor de los casos, la violencia y la muerte. Por ejemplo, en muchas zonas de conflicto, los gobiernos no investigan las agresiones contra las defensoras o suprimen activamente las pruebas de violencia contra ellas, reforzando una cultura de impunidad.

El papel del apoyo internacional

Dada la magnitud y la naturaleza de los retos a los que se enfrentan las defensoras de los derechos humanos, la solidaridad y el apoyo a nivel internacional son fundamentales para contribuir a mejorar su situación.

La Declaración de la ONU sobre los Defensores de los Derechos Humanos proporciona elementos para mejorar su situación y pide a los Estados que proporcionen una mayor protección jurídica a las defensoras, instándoles a reconocer los riesgos específicos a los que se enfrentan estas mujeres y a crear entornos propicios para su trabajo.

Sin embargo, sigue habiendo una brecha significativa en la aplicación de dichas protecciones legales. Muchos Estados que han firmado la Declaración carecen de voluntad política para hacer cumplir sus disposiciones o asignar recursos a la protección de las defensoras.

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Noruega, entre otros actores internacionales, ha logrado avances significativos en el apoyo a las defensoras de derechos humanos a través de su Plan de Acción Nacional sobre Mujeres, Paz y Seguridad. Este plan proporciona financiación y apoyo vital a las organizaciones dirigidas por mujeres, especialmente en zonas de alto riesgo como Oriente Medio y América Latina. Sin embargo, los actores internacionales también deben abordar los problemas sistemáticos, como la criminalización del activismo, ejerciendo presión diplomática y responsabilizando a los autores de las violaciones contra las defensoras.

El FNDH hace especial énfasis en el apoyo a las defensoras de derechos humanos como eje clave de su trabajo, proporcionando recursos a organizaciones de base y redes lideradas por ellas o que trabajan directamente con ellas, especialmente aquellas que abogan por los derechos de las mujeres, la igualdad de género y cuestiones como la violencia de género, los derechos reproductivos y la consolidación de la paz; en 2023, el 67% de nuestras organizaciones copartes fueron lideradas por mujeres.

Esperanza en el trabajo de las defensoras de derechos humanos

A pesar de este panorama, la labor de las defensoras es sumamente alentadora. Sus contribuciones han propiciado y siguen propiciando avances significativos en materia de igualdad de género, derechos humanos, consolidación de la paz y protección del ambiente.

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Las defensoras desempeñaron un papel decisivo en la creación de marcos internacionales como la Resolución 1325 de la ONU sobre la mujer, la paz y la seguridad, que destaca el papel esencial de la mujer en la resolución de conflictos y la consolidación de la paz.

En Afganistán, por ejemplo, las defensoras han seguido abogando por la educación y la participación política de las mujeres a pesar de la represión, inspirando a una nueva generación de activistas comprometidas con los derechos humanos.

En el FNDH abogamos por la inclusión de las defensoras en los procesos de toma de decisiones y en las iniciativas de consolidación de la paz, en consonancia con marcos como la Resolución 1325 sobre la mujer, la paz y la seguridad, y creemos que las defensoras no sólo luchan por su propia seguridad, sino por todas las comunidades. Sus victorias son por la justicia, la igualdad y la protección del ambiente. A medida que avanzamos, la cuestión no es si podemos permitirnos apoyar a las defensoras, sino si podemos permitirnos no hacerlo.

La lucha por los derechos humanos está inextricablemente ligada a la lucha por los derechos de las mujeres. A través de estos ocho días de campaña, queremos transmitir el mensaje de que es hora de que reconozcamos el papel esencial de las defensoras de los derechos humanos y garanticemos que cuentan con la protección, el reconocimiento y el apoyo que necesitan para continuar su valiente labor. Nuestro futuro colectivo depende de ello.