Café, frutas, hortalizas, leche, carne, caña panelera, harinas y especies menores son algunos de los productos con los que trabajan familias indígenas del suroccidente del país. Mediante el Nasa Tull las comunidades han tenido la oportunidad de tener autonomía alimentaria, generar ingresos adicionales y sustituir los cultivos ilícitos por otras prácticas agropecuarias.
Según el monitoreo de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), el Cauca registró ser uno de los cinco lugares de Colombia donde se concentra la mayor cantidad de coca sembrada en 2020.
En el episodio ‘Coca para la vida’ de El Telar podcast, Alexander Fernández de la Fundación Estrella Orográfica del Macizo Colombiano (FUNDECIMA) explica que muchas familias de Lerma, Cauca, han cultivado la planta de coca desde antes de que se utilizara para el clorhidrato de cocaína porque, según Fernández, la tierra de este lugar no es muy fértil.
La hoja de coca ha sido una salida económica para las personas que habitan esta zona del país, el valor promedio pagado por arroba es de 60 mil pesos colombianos (14,41 euros), y una hectárea sembrada produce de 500 a 800 arrobas, detalla la Fundación Paz y Reconciliación (PARES).
Arlex Mestizo trabaja en la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN), una organización social que busca la autonomía alimentaria de las familias indígenas del pueblo Nasa y la protección del territorio desde su cosmovisión. Mestizo cuenta que durante los confinamientos estrictos por el COVID-19, “la gente del campo que estaba metida en el tema de los cultivos de uso ilícito tenía plata, pero no tenía cultivos de alimentos para comer” y tampoco podían salir a comprarlos. Mientras que aquellas personas del pueblo Nasa que por años han implementado el Nasa Tull, aseguraron su autonomía alimentaría.
A partir de ese momento, comparte Mestizo, muchas familias se dieron cuenta que era necesario volver hacia esta práctica ancestral que no solo garantiza la autonomía alimentaría, sino que también reduce el impacto ambiental que ha tenido la siembra de coca en los territorios.
Entre las consecuencias medioambientales que tienen los cultivos de coca destinados a la producción de clorhidrato de cocaína, se encuentran la deforestación, la erosión del suelo y el agotamiento de nutrientes, junto con la sedimentación de las cuencas y la extinción de especies enteras de flora y fauna.
“Competir con los cultivos de uso ilícito es imposible porque tienen una maquinaria muy poderosa. Pero en este caso, no estamos compitiendo con ellos. Estamos garantizando la autonomía alimentaria y el comercio de esas líneas productivas teniendo en cuenta el impacto ambiental que esto tiene sobre los territorios” añade Arlex Mestizo de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN).
Pero esta no ha sido una tarea fácil. En tan solo tres meses del 2022, nueve personas han sido asesinadas en el Cauca por defender los derechos de las comunidades y del medio ambiente. De este número, cinco pertenecen a comunidades indígenas de esa región, indica el Instituto de Estudios para el Desarrollo de la Paz (INDEPAZ).
El asesinato del consejero y líder social de ACIN, Miller Correa, prendió las alarmas de la comunidad internacional. En un comunicado, el Espacio de Cooperación para la Paz dice que esta agresión contra los pueblos indígenas del Cauca se suma a la larga lista de ataques contra personas defensoras de los derechos humanos y firmantes del acuerdo de paz, y además señala que “este acto hace parte de un exterminio sistemático del que ACIN viene siendo objeto”.

Desde ACIN, Mestizo asegura que en los últimos tres meses las amenazas y los asesinatos se han agudizado. Ante esta situación, la organización ha planteado el desarrollo de diálogos humanitarios al interior del pueblo Nasa para que aquellas personas que se encuentran envueltas en esta espiral de violencia dejen los cultivos de uso ilícito por alternativas como el Nasa Tull.
“Es increíble ver como en los territorios se vulneran los derechos y nos agreden. Ver estas injusticias por parte del gobierno, las multinacionales y los grupos armados, me dicen a mí que debo hacer algo por nuestra gente. La vulneración de derechos que hay es lo que me inspira a mí a seguir trabajando por la comunidad. Sí, a nosotros nos señalan y nos amenazan, pero nosotros nos mantenemos en el ejercicio de protección, cuidado y reivindicación de derechos” expresa Mestizo.
En el Fondo Noruego para los Derechos Humanos (FNDH) reafirmamos nuestro apoyo a la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN), un proyecto que ha sido posible gracias al aporte financiero de la Iniciativa Internacional de Clima y Bosque de Noruega (NICFI) a través de la Embajada de Noruega en Colombia.
Fotografía de portada: comunidades indígenas de pueblo Nasa en un encuentro de dialogo sobre el proceso de liberación de la Madre Tierra. Crédito: Tejido de Comunicación ACIN.