Aunque casi todas las sociedades han relegado la condición de la mujer, ellas mismas y el trabajo que hacen es esencial y una parte integral de las estructuras que forman la espina dorsal de las sociedades. Durante los conflictos, las mujeres han creado y siguen creando y asumiendo de forma independiente, por sus propias y firmes creencias, papeles que las sitúan en primera línea y en funciones decisivas para abrir caminos hacia la paz. Crean espacios para sí mismas, para que las víctimas/supervivientes del conflicto sean escuchadas, y para el trabajo necesario de crear puentes, negociar, y eventualmente hacer una oferta de paz. Asumen sin miedo estos roles con una aguda conciencia personal de los riesgos que toman al hacerlo. Sin embargo, las mujeres casi siempre son excluidas de los procesos de paz, y las cuestiones relacionadas con el género y la igualdad entre los géneros rara vez se han incorporado a los acuerdos de paz como consecuencia directa de su falta de participación en estos procesos.
En muchas investigaciones realizadas a lo largo de los años se ha comprobado que la paz no puede lograrse plenamente sin la igualdad entre los géneros y que la igualdad entre los géneros y la condición de la mujer y sus derechos son un indicador de la estabilidad y la seguridad de un país. Sin embargo, se sigue excluyendo deliberadamente a las mujeres de participar en todas las esferas de la sociedad de manera igualitaria y según su propia determinación autónoma, y se les siguen negando sus derechos humanos básicos y la capacidad de ejercer y disfrutar de ellos, al igual que aquellos que sí tienen acceso.
El FNDH tiene concesionarios en todo el mundo dirigidos por mujeres constructoras de la paz. Mujeres que valientemente se forjan espacios para sí mismas en espacios que son considerados como "sin lugar para una mujer" y para las mujeres que apoyan, orientan y llevan adelante junto con ellas. Se enfrentan directamente a la exclusión y a la retórica violenta y a las manifestaciones físicas de la misma y se niegan a ser silenciadas o detenidas. En algunos de los contextos más difíciles para las mujeres y para la igualdad de género, estas voces de constructoras de la paz se elevan y promueven una paz inclusiva basada en la igualdad de género integral.
Una de estas colaboradoras es Nighat Dad, fundadora y directora ejecutiva de la Fundación de Derechos Digitales (DRF por sus siglas en inglés). Nighat observó una brecha en el ámbito de la protección de las defensoras de los derechos humanos y de los derechos digitales de la mujer en el Pakistán y tomó medidas para abordarla. La DRF es ahora una organización líder en el campo de los derechos digitales y la promoción de leyes para proteger mejor los derechos de la mujer en la esfera digital. Proporciona herramientas y conocimientos esenciales directamente a las mujeres y a las y los defensores de los derechos humanos en todo el Pakistán para equipar y proteger a la sociedad civil, a las mujeres y crear resistencia para un movimiento más fuerte en favor de la igualdad de género y los derechos humanos en el Pakistán.
Ilustración: Mehak Tahir/Digital Rights Foundation.