Durante el panel “Ni un paso atrás: Las mujeres toman la iniciativa para la Paz y la Seguridad en Colombia”, también reflexionaron sobre las motivaciones y los retos que tienen para realizar su labor en Colombia. Este espacio formó parte de la semana de la sociedad civil noruega que conmemoró los 20 años de la resolución 1325 de Mujeres, Paz y Seguridad, promulgada por las Naciones Unidas.

El gobierno de Colombia firmó los Acuerdos de Paz con las FARC el 26 de septiembre de 2016, con una participación histórica de las mujeres lo que supuso un gran hito en la lucha de las mujeres defensoras de derechos humanos en este país. Sin embargo, el 42% de los compromisos con enfoque de género de los acuerdos, están sin empezar en comparación con el 27% de compromisos generales que están sin comenzar, según el Instituto Kroc, La Federación Democrática Internacional de Mujeres (FDIM) y ONU Mujeres.

“Escuchar a todas ellas es reafirmar la fuerza de la voz de las mujeres defensoras de derechos humanos”, afirmó Claudia Mejía, toda una referencia en la defensa de derechos humanos Colombia y que actuó de moderadora de este espacio. Al principio de la conversación, se exploraron las motivaciones que empujaron a serdefensoras a las participantes. Sandra Solano, de la organización ‘Confluencia de Mujeres’, destacó que para ella fue la necesidad de “organizarnos y continuar nuestra existencia por todas las mujeres en Colombia”. Por su parte Julia Figueroa, del Colectivo de Abogados Luis Carlos Pérez (Ccalcp), señaló: “Yo soy el resultado de todas esas mujeres de luchas en el pasado. Ahora nosotras somos un ejemplo para que otras también construyan paz en Colombia”. En este punto, algunas recuerdan una frase de las comunidades negras de Colombia: “Soy porque somos”, para reivindicar la importancia de la lucha de mujeres en el pasado para avivar el fuego de la resistencia y la defensa de derechos que hoy las motiva.

Un largo camino por delante

Al hablar de los retos que tienen por delante como defensoras de derechos humanos, todas coincidieron en la necesidad de cumplir los compromisos alcanzados en los Acuerdos de Paz cuanto antes. Pero también exigieron no perder de vista otros temas. “[El reto] Es la protección. Las medidas no son suficientes a nuestras necesidades”, sostuvo Luz Romero, de la Asociación de Colectivo Mujeres al Derecho (Asocolemad). Esta situación de desprotección se recrudeció durante los últimos meses. Según el último informe de Programa Somos Defensores, los homicidios aumentaron un 61% durante el primer semestre del año con con respecto al mismo periodo durante el 2019. Y en 3 de cada 10 homicidios las víctimas fueron mujeres, según el Sistema de Información sobre Agresiones contra Personas Defensoras de Derechos Humanos en Colombia (SIADDHH).

Otro tema clave que destacaron es el reconocimiento de la identidad. María Ciro, del Comité de Integración Social del Catatumbo (Cisca), explicó que las identidades afrodescendientes, campesinas e indígenas “están siendo duramente agredidas y objeto de un genocidio”. Y añadió que no habrá una paz completa hasta que no se las tengan en cuenta. Para ello, Figueroa (Ccalcp) recordó también que la resolución 1325 es de hace 20 años, pero “en Colombia parece que se firmó ayer” y remarcó la posibilidad de integrarla con los Acuerdos de Paz para lograr la coherencia a ese trabajo que vienen haciendo desde hace ya muchos años.

Claudia Mejía, también resumió otros retos importantes de los que se hablaron como la lucha contra la violencia de género: “Necesitamos superar [la violencia de género] en el país para construirnos en paz desde dentro y también para reducir su impunidad”. Además, señaló la importancia de que que haya estadísticas que atiendan a las realidades de las mujeres, así como “la necesidad de una política de cuidados y la lucha contra la corrupción para el buen manejo de recursos”.

Las panelistas se mostraron convencidas de la importancia que tiene la comunidad internacional acompañando a organizaciones de la sociedad civil en el camino de la construcción de la paz en Colombia. “Sin ese apoyo, estaríamos más sumidas en la invisibilidad”, afirmó María Ortiz, de la Asociación de Víctimas por La Paz y el Desarrollo (Asvipad). A esta idea se sumó Nancy Sánchez, defensora de la organización Tejedoras de Vida, que consideró que el papel de la comunidad internacional es “clave para que presionen al gobierno local y nacional” así como para aumentar la visibilidad en algunos temas, como ocurrió con el reinicio de las fumigaciones aéreas con glifosato, un herbicida que se usa para erradicar cultivos ilícitos pero que mata las plantas y cultivos lícitos que toca y “es probablemente cancerígena”, según la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer.

“Si no hablamos nos matan, si hablamos también, entonces es mejor que sigamos haciéndolo”. Con estas palabras resume Nancy Sánchez, la determinación de las mujeres defensoras para seguir denunciando las violaciones de derechos humanos desde sus territorios, así como exigiendo el cumplimiento efectivo de los Acuerdos de Paz de Colombia.

Desde el Fondo Noruego para los Derechos Humanos, seguiremos acompañando a las mujeres defensoras, reconociendo su rol clave en la construcción de una paz estable y duradera en Colombia.