“¡Hay mujeres que tenemos el liderazgo social por vocación!”

Johana García es una mujer rural que lidera la Asociación de Mujeres Campesinas Ambientalistas de La Cristalina del Lozada por sus Derechos (ASMUCACD) desde las llanuras de Colombia.
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La Macarena de Colombia es un lugar precioso que reúne una diversidad biológica única y sus ecosistemas son muy variados, se pueden encontrar desde selvas húmedas de pisos térmicos cálidos y templados, hasta bosques, matorrales y vegetación típica de las sábanas amazónicas.

Pero esta área protegida no ha contado con mucha suerte, entre 2002 y 2019 en La Macarena se han deforestado un total de 55.893 hectáreas de bosque, dice una investigación de Rutas del Conflicto y Mongabay Latam.

Desde La Cristalina del Lozada, en La Macarena, más de 50 mujeres rurales de ASMUCACD han venido trabajando por la conservación y restauración de la biodiversidad por medio de una actividad económica alternativa a la ganadería extensiva y a todas las bonanzas económicas que se han presentado en la región.

En una conversación, García de ASMUCACD le dijo al Fondo Noruego para los Derechos Humanos (FNDH) que la ganadería extensiva ha sido la actividad que más ha alimentado la deforestación de este lugar del país. Más de 200.000 hectáreas de selva han sido taladas en el Meta, departamento de La Macarena, expone la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Área de Manejo Especial La Macarena (CORMACARENA).

Ante este panorama, la siembra, producción, transformación y comercialización orgánica y agroecológica de alimentos ha sido una de las soluciones que propone ASMUCACD para minimizar los impactos medioambientales de esta zona y, a su vez, buscar la soberanía alimentaria de la comunidad y fortalecer las capacidades de las mujeres de la vereda Cristalina del Lozada.

Desde el FNDH reafirmamos nuestro apoyo a la Asociación de Mujeres Campesinas Ambientalistas de La Cristalina del Lozada por sus Derechos (ASMUCACD), un proyecto que ha sido posible gracias al aporte financiero de la Iniciativa Internacional de Clima y Bosque de Noruega (NICFI) a través de la Embajada de Noruega en Colombia.

¿Cómo han enfrentado las mujeres de La Cristalina del Lozada el conflicto armado que se vivió -y que se vive- en el territorio?

Johana García – El tema del conflicto armado en nuestro territorio fue un tema muy complejo. Las mujeres hemos llevado toda la carga del conflicto porque cuidamos a nuestros hijos y también asumimos las consecuencias de lo que pasa en nuestro territorio cuando empieza algún atropello contra algún familiar o amigo. Otro tema importante es el abandono estatal, para una es muy difícil no tener escuelas, no tener buenos docentes, todo esto que el gobierno debería brindarnos. Como no tenemos [acceso a la educación], tenemos que buscarla por nuestros propios medios. Toda esa carga recae en nosotras las mujeres porque en esta sociedad el hombre se limita a trabajar, pero una como mujer es la que está enfocada en los hijos, su educación y su salud. Por eso, yo creo que las mujeres hemos sido las más afectadas por el conflicto armado.

¿Qué aspectos de su vida ha truncado la falta de estos derechos?

Johana García – No hemos podido cumplir nuestros sueños. No hemos podido hacer lo que anhelamos como mujeres porque hay muchas cosas que nos limitan en nuestro territorio. Esto nos está perjudicando.

Una investigación de Oxfam y la Corporación para la Protección y Desarrollo de Territorios Rurales evidenció que los programas estratégicos creados luego de la firma del acuerdo para revertir los efectos del conflicto no están implementando de manera óptima el enfoque de género. Es decir que las mujeres víctimas del conflicto siguen en condición de empobrecimiento, exclusión y marginalidad. ¿Es este el caso de las mujeres de La Cristalina del Lozada?

Johana García – La firma de los acuerdos estaba enfocada a que las mujeres nos empoderáramos. Iba a ser un cambio. Muchas personas, especialmente las más jóvenes, soñábamos que íbamos a tener algo que siempre nos habíamos soñado pero luego nos dimos cuenta de que si no es por gestión de nosotras mismas, nunca vamos a poder lograr nada. En nuestro territorio decimos que con los acuerdos no se ha cumplido prácticamente nada porque seguimos aquí en nuestro territorio luchándola.

¿Luego de la firma del acuerdo de paz, han encontrado oportunidades para ustedes y sus comunidades?

Johana García – Después de los acuerdos, sí hemos tenido oportunidades con las cooperaciones [internacionales]. Eso nos ha facilitado que empecemos a empoderarnos en programas productivos y fortalecernos organizativamente. Con los acuerdos uno decía “van a llegar a nuestro territorio con el PDET” (Programa de Desarrollo con Enfoque Territorial), y no, realmente no se ha logrado nada. Pero seguimos insistiendo e insistiendo para que al final podamos decir que esto sí sirvió para algo. ¡Aquí seguimos en pie de lucha!

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Crédito: ASMUCACD.

Desde ASMUCACD y desde las nuevas voces que surgen luego de la firma del acuerdo de paz, ¿qué cambios estructurales exigen para que las mujeres rurales de La Cristalina del Lozada puedan vivir dignamente?

Johana García – El primer enfoque que tenemos como mujeres líderes es la garantía de seguir luchando por unos territorios autónomos. En La Macarena siempre hemos dicho que somos un Estado dentro de otro Estado porque las vías, las escuelas, las hemos construido nosotros. En cuanto a la salud y la educación queremos ver también el cambio. En la Macarena hay tres Centros Poblados y de 100 jóvenes que se gradúan cada año, 10 o 8 van a la universidad. Queremos que estos jóvenes tengan acceso a la universidad sin tanta limitación. En cuanto a la salud, aquí tenemos una red que empezamos después de los acuerdos: la Red Salud Paz, una red con varias universidades para recibir salud autónoma. En la Cristalina se han muerto cuatro personas por falta de una bala de oxígeno. Para vivir dignamente necesitamos buena atención. Peleamos por el fortaleciendo del tejido social porque desde los acuerdos este se ha roto. Para nadie es un secreto que antes de los acuerdos, se logró una autonomía en términos de seguridad, y después de estos se rompió ese tejido social. La idea es otra vez rescatar esa autonomía y que nosotras sigamos siendo veedoras de nuestro territorio.

Específicamente, ¿a qué se refieren cuando piden autonomía para su territorio?

Johana García – Ser autónomo significa ser sostenible y que nosotros nos podamos sostener autónomamente en lo económico y en la comunidad.

Según el Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP), en 2018, en el noroccidente de la Amazonía colombiana hubo una pérdida de bosque de casi 200.000 hectáreas. Este ha sido catalogado como el punto más crítico de deforestación de toda la Amazonía occidental sudamericana. ¿Cuáles son las actividades que alimentan la deforestación en La Macarena?

Johana García – La Macarena ha tenido sus economías. Hace 30 años, se empezó con la economía de las pieles. Cinco años después, siguió la economía del árbol de carrecillo en la que entraron muchas personas de todo el país para deforestar y vender el árbol. Después de esto, llegó la economía de la coca, pero cuando entraron las fumigaciones esto se acabó y las personas se quedaron con las manos cruzadas, entonces empezó la economía de la ganadería. Sin embargo, aquí nadie es dueño de las reses, se las dan por dos años para tenerlas [y mantenerlas] en el predio y ya. Los dueños son personas externas a la vereda y vienen de Florencia, San Vicente del Caguán y Villavicencio. Así estuvimos hasta el 2015, donde la gente conservaba el medio ambiente. Se tenía una cultura para sembrar más pasto, más comida. Después de los acuerdos, pensábamos que íbamos a seguir con nuestro tejido de [cuidar el] medio ambiente, y mentira, porque fueron surgiendo otros grupos [armados] con otro concepto diferente a cuidar lo que se había construido. En ese momento las fincas quedaron abandonadas, no había control de nada, y lo que la gente decía era “tenemos que abrir [deforestar] para echar más ganado”. Desafortunadamente la ganadería es la única salida que la gente encuentra.

¿A quién o a qué le atribuyen la pérdida de miles de árboles en La Macarena por la ganadería extensiva?

Johana García – La gente que tumbó estas hectáreas no eran de este lugar, venían de otras partes del país. Fuimos perdiendo lo que por muchos años cuidamos y cultivamos nosotros. Ese fue el grave error que se cometió, pero todo esto es por las ganas de tener un predio, de tener una familia que trabaje. No fue culpa nuestra, fue culpa de la implementación de los acuerdos, uno de sus puntos es el acceso a la tierra, algo que no pasó y por eso mucha gente se vino de afuera [de La Macarena] a tomarse lo que ya se había cuidado.

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Crédito: ASMUCACD.

¿La ganadería ha afectado sus cultivos?

Johana García – Aquí la gente cultiva únicamente para el sostenimiento de su finca y su familia, la economía de acá es la ganadería. Esto algunas veces nos ha afectado, en épocas de incendios se han quemado muchos de los cultivos. Digo algunas veces porque los cultivos no se usan para sostenernos por el tema de la ganadería. Acá no tenemos la cultura de sembrar y cuidar para que los animales no hagan daño [al suelo], nos acostumbramos a pedir y comprar los alimentos [de la Macarena o de San Vicente del Caguán].

En este sentido, ¿por qué desde ASMUCACD le apuestan a la siembra y producción de alimentos?

Johana García – Al inicio nos preguntábamos qué podíamos hacer, queríamos hacer algo que nos permitiera cuidar a nuestros hijos también. ASOPEPROC (la Asociación de Pequeños Productores Agropecuarios de la Cristalina del Losada) nos alentaba a organizarnos y fortalecernos como Asociación de Mujeres Campesinas Ambientalistas de La Cristalina del Lozada por sus Derechos. Y así fue cómo surgió la idea de la soberanía alimentaria, una actividad que nos permite ayudar en nuestro hogar, comer alimentos limpios, rescatar esa cultura [de siembra] de nuestros padres y abuelos.

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Crédito: ASMUCACD.

Teniendo en cuenta las problemáticas ambientales que ha sufrido La Macarena, ¿cómo ha sido el proceso de recuperación de semillas nativas para la siembra de alimentos?

Johana García – Precisamente el rescate de las semillas nativas ha sido parte de nuestro trabajo. Desde del año pasado, y en alianza con ASOPEPROC, se ha venido hablando con las comunidades para realizar unos bancos de semillas nativas. Es decir que, si alguna de las 53 mujeres necesita una cebolla, un cilantro, o algo nativo pues ya lo tenemos ahí para compartir y que sigamos con esa cultura.

¿El machismo se ha extendido sobre la labor que realizan las mujeres de ASMUCACD?

Johana García – Las mujeres rurales y las urbanas vivimos el machismo, pero en unas se refleja más que en otras. Aquí el compañero [la pareja] a veces no deja participar a la mujer, no la dejan que reciba algún cargo ni en la Junta de Acción Comunal ni en ASOPEPROC. Esto se debe a la obligación que tenemos las mujeres en el hogar. De ahí el miedo a que la mujer salga, explore o ejerza el liderazgo. Pero hay mujeres que tenemos el liderazgo por vocación.

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Crédito: ASMUCACD.

¿Qué hacer frente a estas actitudes machistas que enfrentan muchas mujeres rurales en Colombia?

Johana García – Es importante estar siempre de la mano del compañero [la pareja] para que ellos también conozcan cuál es el rol que cumple la mujer en la sociedad y lo que queremos hacer. En mi caso, mi compañero es una persona que ha venido trabajando alrededor de 20 años con las comunidades y con él no he tenido problemas porque entiende todo el trabajo que realiza la mujer. Por el contrario, lo que él hace es apoyarnos a las mujeres. Les dice a sus compañeros que las mujeres también pueden liderar.

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