Entrevista: “Poder contarlo fue una manera de resistir pacíficamente”

Hoy 24 de marzo, Día Internacional del Derecho a la Verdad en relación con Violaciones Graves de los Derechos Humanos y de la Dignidad de las Víctimas, reconocemos la labor de Mayerlis Angarita, defensora de derechos humanos que padeció el conflicto en Colombia y a la vez este fue un impulso para la búsqueda por la verdad y la sanación de ella misma y cientos de mujeres.
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Colombia, 24 de marzo de 2021. La entrevistada responde a la llamada online, algo más tarde del mediodía, desde algún rincón de Colombia. El lugar no me atrevo a preguntarlo, porque quien está al otro lado de la pantalla, la defensora de derechos humanos, Mayerlis Angarita (San Juan Nepomuceno, Colombia, 1980), vive con un esquema de protección del estado colombiano tras sufrir varios ataques que buscaban silenciar su lucha de más de 20 años por el reconocimiento de los derechos de las mujeres víctimas del conflicto.

Angarita es de Montes de María, una región del norte de Colombia, donde se registraron algunas de las mayores masacres de los años de enfrentamiento entre las extintas guerrillas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y grupos paramilitares durante los 90 y principios del 2000. Aparece en la pantalla con rostro cansado y en algún momento reconoce que apenas duerme cuatro o cinco horas al día porque “a muchas compañeras las han asesinado dentro de sus casas”. Pero sus respuestas muestran fuerza y determinación. Durante la media hora que dura la entrevista, su teléfono móvil vibra algunas veces. Quizás sea una llamada de alguna de las más de 800 mujeres que forman parte de ‘Narrar para vivir’, un proyecto que impulsó hace más de dos décadas para que mujeres víctimas que llevaban dentro las heridas del conflicto en silencio, pudieran reunirse en casa de Angarita para contarlas y empezar a sanarlas.

Esta “sanjuanera”, como se define reivindicando su origen rural, tenía también mucho que compartir. Un grupo paramilitar desapareció a su madre cuando tenía 12 años y aunque admite que al principio sintió odio, le sirvió para fundar este proyecto que fue un refugio donde otras mujeres como ella podían compartir sus experiencias con otras compañeras. Pero el anhelo por saber lo que le pasó a su madre nunca cesó y ese camino tuvo un final cuando Angarita y su familia recibieron el cuerpo de su madre en diciembre de 2020, tras 26 años de espera.

Hoy 24 de marzo, Día Internacional del Derecho a la Verdad en relación con Violaciones Graves de los Derechos Humanos y de la Dignidad de las Víctimas, reconocemos la labor de esta mujer inspiradora que padeció el conflicto en Colombia y que transformó el odio en una búsqueda de la verdad y la sanación de ella misma y de cientos de mujeres. Además, queremos valorar el trabajo que hacen organizaciones como la Fundación Nydia Érika Bautista que tuvieron un importante papel para lograr el reencuentro de Angarita con su madre.

¿Cómo es un día en la vida de Mayerlis Angarita?

Ser defensora en Colombia y en el mundo es muy difícil porque a nosotras nos cobran el derechos de ser mujer y a los hombres no. Tenemos condiciones muy difíciles porque a veces no tenemos ni para pagar un transporte. Yo sí porque tengo un esquema de protección pero hay mujeres que tienen que caminar horas para llegar a sus comunidades con las que trabajan. Al ser lideresa, tienes que organizar tu tiempo porque tienes que seguir siendo el sustento de tu hogar, llevar la comida a tu casa, pagar recibos, alquiler y también pensar cómo mantener tu proceso [de lucha]. Entonces un día normal para mí, es levantarse muy temprano; ir a la oficina; a la finca; a las comunidades; llegar a la casa para ver si hay almuerzo y si no, solucionarlo; ver las tareas de los hijos…Realmente es un día bastante movido porque todas tenemos la sensación de que defendemos derechos pero no dejamos de ser mujeres que tenemos hijos y tenemos familia.

Y también dormirá imagino…¿Cuántas horas logra conciliar el sueño?

[Responde sin dudar] Bueno, realmente, dormir no mucho pero trato de dormir las horas necesarias. Yo tengo problemas de seguridad, y esto hace que tenga una zozobra entonces en la noche realmente no duermo…estoy pendiente de las cámaras, las puertas, los sonidos, que no se me vayan a meter a la casa, tengo cuatro perros para que me alerten aunque también se han convertido en parte de mi familia. Vivo en una región donde tengo un riesgo porque a muchas compañeras las han asesinado dentro de sus casas [su voz se quiebra algo cuando lo dice]. Es un lugar donde somos vulnerables porque tenemos a nuestros hijos…Muchas [mujeres defensoras] han abierto la puerta y han dado su vida por defender a sus hijos. Entonces digamos que yo me acuesto tipo una de la mañana, y me levanto a las seis, para dormir cuatro, cinco horas más o menos. Cuando estoy por fuera del territorio, si duermo más: seis, siete horas.

“Vivo en una región donde tengo un riesgo porque a muchas compañeras las han asesinado dentro de sus casas” Mayerlis Angarita. Defensora de derechos humanos.

¿Cuáles son las dificultades adicionales que enfrentan las mujeres para defender derechos en Colombia?

Lo primero es que nosotras tenemos que enfrentarnos a una estigmatización por esa estructura patriarcal que todavía existe y que nos encierra en unos roles de tener hijos y cocina. Tenemos que romper esos paradigmas y vernos que somos mujeres que estamos al frente de comunidades; que hacemos políticas pública; que estamos al frente de denuncias…Siempre se busca minimizar lo que hacemos atacando nuestra dignidad y nombre. A los hombres no, por ejemplo cuando dicen: “Sí, muy buena lideresa pero es que ella es la esposa, la moza de fulanito”. A un hombre no lo denigran así. En cambio nosotras sí lo hemos vivido. Tratan de desligitimizar y calumniar nuestra labor, a través de nuestras vidas privadas y también exponer nuestra dignidad. Otro riesgo que tenemos es que las amenazas son muy marcadas. A nosotras nos dicen: “te vamos a violar, y vamos a entrar en tu casa”. A los hombres los amenazan de otra forma. Aunque ellos también pueden estar expuestos a una violación, no está tan marcado como a nosotras.

Tenía doce años cuando desaparecieron a su madre. En una entrevista decía que sintió mucho odio desde ese momento ¿Cómo hizo para transformar eso en otra cosa?

[Suspira un momento] Yo vivía con dolor, resentimiento y odio…decía: “¿Por qué me quitaron a mi mamá?” Entonces eso no me dejaba vivir. Cuando entendí que tenía que superarlo y vi que no podía hacerlo sola, busqué ayuda y pensé que si podemos unirnos todas y contar lo que nos está pasando, nos va a servir como una terapia. Ver que otras mujeres vivieron otras cosas peores y que están trabajando y echando pa´delante significaba que yo también lo podía hacer. Entonces yo empiezo el proceso de narrar, de contar, de entender que yo había sobrevivido a los hechos y que tenía todavía una oportunidad de seguir viviendo y que o vivía con ese odio que no me iba a dejar crecer como persona; o lo sacaba de mi corazón para convertirlo en calor humano, trabajo con las mujeres, y en una red de afectos que ha crecido y ayudado a otras mujeres a sanarse.

También dijo alguna vez que ya no tenía miedo...

[Duda un instante] Creo que el mismo proceso se va dando. No creo que de un día para otro tú puedas manejar el miedo, pero vivir tanto tiempo con el miedo hace precisamente que lo puedas transformar. No es que no sintamos miedo, yo soy una persona humana, una mujer que siente, pero lo que he aprendido es que ese miedo me active a hacer cosas para poder evitar que me maten o que maten a alguna de las compañeras. Lo que hacemos es que, lo he dicho claro, ese miedo no impida que sigas con tu labor, no impida que alces la voz. Sino que te ayude a ponerte las pilas, y alzar más la voz.

“Lo que hacemos es que ese miedo no impida que sigas con tu labor, no impida que alces la voz”. Mayerlis Angarita. Defensora de derechos humanos.

Ese odio se transformó en el proyecto ‘Narrar para vivir’ que hace poco cumplió 20 años ¿Con que se queda de ese camino cuando mira hacía atrás?

Son muchas experiencias las que nos motivan y nos dan fuerzas. Hay momentos durísimos, que a veces piensas que no vas a poder pero las mismas mujeres te dan la fuerza. Una de ellas fue violada y mutilada, le cortaron su brazo, media mano, su rostro y tenía heridas en su espalda. Yo la encontré en un estado, no solo físico, sino con huellas marcadas en el corazón por la violencia. Ella no salía, no hablaba, tenía miedo de sí misma. Y hoy la veo, y tiene una tienda que le da ingresos para sus tres hijas, ya sale a la calle, habla con la vecina, y no le importa mostrarse con las secuelas que le dejó el conflicto físicamente porque las secuelas del corazón las ha ido sanando poco a poco. Yo me quedo con esa resiliencia que tienen las mujeres, esa capacidad para salir de las cenizas, de la nada y transformar todo lo que tocan.

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Logo de la iniciativa ‘Narrar para vivir’, de la que Angarita es fundadora y que agrupa a más de 800 mujeres. Crédito: ‘Narrar para vivir’.

Otras experiencias en Colombia decidieron sanar esas heridas a través del tejer u otra forma artística ¿Por qué eligieron la palabra para ese proceso de sanación?

Lo primero, fue una necesidad de contar lo que los paramilitares y la guerrilla no nos dejaban contar. Tú ni siquiera podías decir que eras desplazada, o familiar de alguien que asesinaron, o que te habían vulnerado cualquier derecho…porque te pasaba lo mismo. Era una estigmatización hacia una víctima. El no poder ni llorar a tus muertos, ya era de por sí una vulneración. Y ver que nosotras sí podíamos contarlo fue una manera de resistir pacíficamente por medio de la palabra. Otro componente muy importante es que las mujeres en Montes de María, trabajamos la tradición oral, que va de generación en generación. Somos Caribe entonces utilizamos mucho el dialecto, el cuento, el sentarnos, el compartir y ya que eso era algo muy nuestro. Yo pensé por qué no lo volvíamos nuestra metodología y buscábamos cómo darle forma a esa “narrada” [su forma de describir esa forma de contar] para que permita que las mujeres cuenten, no solo el horror que vivieron, sino transcender para la sanación. Esto se volvió terapéutico, porque contarlo te ayuda a sacarlo del corazón y de la mente, no para olvidarlo sino para que puedas recobrar tu proyecto de vida y te deje vivir. Yo vivía con una baja autoestima, de hecho, intenté suicidarme a los 17 años. Entonces cuando ya cuentas y lo superas…te vuelves una mujer empoderada, te blinda para que esa depresión no cobre vida.

Si repasa los años que lleva defendiendo derechos ¿Cuál sería el logro que le enorgullece más?

El primero, mi familia, mis hijos y cómo los he formado. Mis hijos son normales dentro de lo que les ha tocado vivir y tienen valores, principios, mucha humildad, un corazón noble. Me siento orgullosa de haber logrado que les duela lo que le pasa al otro y a la otra. Que no sean indiferentes cuando ven a una persona pasando hambre o cuando ven a alguien que lo están vulnerando, que puedan hacer algo por esa persona. Y más allá de lo personal, el proceso de ‘Narrar para vivir’, y lograr juntas esto tan maravilloso de resiliencia femenina a través de la palabra que permite transformarte como persona. Y también [me siento orgullosa] de haber logrado graduarme y haber encontrado los restos de mi madre.

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Un grupo de mujeres del proyecto ‘Narrar para vivir’, participando en un taller. Créditos: ‘Narrar para vivir’.

¿Cómo fue ese momento en el que le dicen que podrá recibir el cuerpo de su madre?

[Se toma un momento antes de responder] Realmente fue un momento de mucho dolor pero también de mucha bendición porque tú te sientes privilegiada en haber tenido una respuesta y haberla encontrado. Pero es un momento duro porque tú esperas encontrar a tu ser querido vivo, tienes la esperanza de que esté en algún lado y luego cuando te llaman y te dicen que la prueba de ADN es positiva tú dices: “La encontré”. Pero cuando lo asimilas y logras interiorizar que está muerta, pues ya hay dolor porque estuviste 26 años buscándola, y esperabas verla con vida. Entonces es una etapa dura pero muy sanadora, permite respirar de otra forma porque yo a pesar de que digo que lo superé, lo sané…esa herida está ahí, y solo cuando logras hacer ese duelo de enterrarla, llorarla, ya eso sí es verdad que te sana.

“Contarlo te ayuda a sacarlo del corazón y de la mente, no para olvidarlo sino para que puedas recobrar tu proyecto de vida” Mayerlis Angarita. Defensora de derechos humanos.

Es parte de la instancia de Género que vigila la implementación de los Acuerdos de Paz ¿Cómo valora los los avances tras casi cinco años de su firma?

Fue histórico que se creara la instancia de organizaciones de mujeres para el seguimiento del acuerdo [de Paz] porque fue la primera a nivel mundial. Ya haberla creado fue un logro. Este proceso de implementación es gradual, que se estima a 15 años…no podemos pretender que en cuatro años hagamos toda la implementación, lo que sí queda claro es que los temas de mujeres todavía siguen siendo un reto no solo para la implementación sino para la vida cotidiana. Para todas las cosas de mujeres dicen que no hay dinero, hay que hacerlo para después. Son muy lentos, lentos, lentos. De hecho, en el marco de implementación, quedaron 57 medidas y en el acuerdo hay 127. Seguimos trabajando para que incluyan todas las demás. Pero es duro porque es una instancia que se mueve por la fuerza del corazón, con recursos de la cooperación, porque aunque está institucionalizada, no tiene un presupuesto.

¿Cuáles serían los retos que quedan para el respeto al trabajo de las mujeres que defienden derechos?

Yo me sueño un país donde defender derechos humanos no cueste la vida, en especial para las mujeres. Por eso, la apuesta está en poder implementar el programa nacional de garantías para defensoras de derechos humanos en Colombia de la resolución 0845 del 2018, donde se exige a 27 instituciones del gobierno articuladas en ofrecer garantías para el ejercicio libre y seguro de defender derechos de las mujeres.

Hoy es el Día Internacional del Derecho a la Verdad en relación con Violaciones Graves de los Derechos Humanos y de la Dignidad de las Víctimas. ¿Cómo entiende la verdad?

[Guarda un breve silencio] La verdad depende del punto de vista que yo tenga, y desde donde yo la vea. Y en ese sentido, se necesita la verdad en el proceso de implementación del Acuerdo [de Paz], no solo del victimario sino también de las víctimas. Porque ellos tienen una manera de ver la verdad y nosotras la vivimos de otra forma. Y [es necesario] contrastar esas verdades porque nadie va a tener la verdad absoluta.

Foto portada: Mayerlis Angarita. Créditos: Mayerlis Angarita.